Cómo trabajar los libros de lectura

Está claro que uno de los objetivos principales en la enseñanza es que el alumnado adquiera hábitos de lectura. No obstante, ellos muchas veces sienten la lectura como una tortura y una obligación, en vez de un verdadero placer. Quizá el motivo de este «odio» a los libros de lectura, sea porque ellos solo perciben la lectura como un medio para obtener una calificación positiva, y no como un fin en sí misma que produzca satisfacciones, entretenimiento y aprendizaje.

El primero de nuestros propósitos debe ser seleccionar libros o ediciones atractivas para ellos. Por eso, hoy os voy a hablar de Ana y la Sibila, de Antonio Sánchez Escalonilla (Editorial Bambú), que nos habla de las aventuras de Ana, una chica de 15 años que hace un viaje de fin de curso a Italia y se encuentra con una serie de aventuras fantásticas, relacionadas con personajes famosos de la historia de la Roma Antigua. Ellos ven en Ana y los otros personajes personas afines, en las que se pueden reflejar, por sus peculiares características, por su edad, por su manera de hablar, o por su manera de sentir…

Una vez leído el primer capítulo en clase, con el objetivo de que ellos se enganchen al libro y quieran seguir leyéndolo en casa, viene el segundo de nuestros propósitos: ¿qué hacer con el libro de lectura?. Ellos solo deben saber que han de leer el libro para una fecha determinada, pero no habrá un examen, ni escrito, ni oral. Simplemente deberán hablar del libro, y así trabajaremos otra de las destrezas comunicativas, poco practicada en clase: la expresión oral.

La cuestión es de qué hablar, si no hay una persona que les haga preguntas concretas sobre el libro. Aquí entra el rol del profesor, que debe dividir a los alumnos en grupos y dentro de cada grupo atribuir a cada alumno un rol diverso, siendo ellos los protagonistas del coloquio sobre la lectura. Un alumno actuará como líder de la conversación, habiendo preparado diferentes preguntas sobre el libro, e intentando que todos los miembros del círculo hablen. Otra persona se encargará de describir a los diferentes personajes que aparecen en el libro, comentando el papel que tienen en la historia. Necesitaremos un alumno que resuma los acontecimientos principales y secundarios del libro, y otro más que explique diez o veinte palabras complicadas que haya podido encontrar. La última persona se encargará de recopilar detalles históricos o culturales que aparecen en el libro. En el caso de Ana y la Sibila, son muy numerosas las referencias a Roma y al mundo romano.

El último punto es saber cómo evaluar de esta manera. Pues bien, nosotros debemos ser meros observadores de sus conversaciones, tratando de ayudar en el caso de que algún grupo se haya quedado sin más argumentos que comentar. La observación y escucha de los alumnos servirá para saber si un alumno ha leído el libro o no, pero una ficha-resumen del rol que ha tenido el alumno, ayudará a poner una calificación entre tres posibles: mal, regular o bien, si se ha leído el libro, si ha leído el libro pero no se ha preparado para la tarea, o si ha cumplido ambas acciones.

¡No os olvidéis de dejar que los alumnos elijan su rol y de que roten cada vez que cambien de libro!

«El verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta el modo imperativo» 

Daniel Pennac 


|Escrito por Javier Vicente Guevara|Javi

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