Kelly Canby (2016) Todas las cosas perdidas. Editorial Tramuntana, 40 p.
Autora e ilustradora y traductora
Originariamente, el libro All the lost things, fue publicado en EEUU en 2015 por su autora e ilustradora Kelly Canby.
Canby nació en Londres, aunque desde pequeña reside en Australia. Es licenciada en Diseño Artístico por la Universidad de Curtin y ha publicado decenas de libros, sobre todo en Reino Unido y EEUU. Actualmente forma parte del comité del Consejo del Libro Infantil de Australia.
Podemos encontrar ilustraciones suyas en libros como: Phil Pickle (2016), Fuchsia Fierce (2016), el libro educativo Space (2015) y muchas más colaboraciones entre las que destaca All the lost things, que es su primer álbum ilustrado escrito por ella misma.
La traducción de este álbum es de Clara Garcia Pujol, traductora catalana que ha realizado muchas traducciones al español y al catalán.
Argumento
Todas las cosas perdidas cuenta el gran hallazgo de Oliva, una niña que vive en una ciudad oscura, gris y aburrida, y que gracias a su curiosidad consigue llegar a un lugar en el que se encuentran, en cajas apiladas y custodiadas por una anciana, todas las cosas perdidas de la ciudad. Oliva rellena tarros vacíos con las cosas que ella considera importantes para sus familiares, y al final de la historia consigue devolver la esperanza a toda la ciudad.
Análisis
Este álbum ilustrado combina diferentes tipografías y tamaño de letras, presentando en tamaño más grande las palabras que se quieren resaltar, lo cual facilita la narración oral. Además, aparecen muchas palabras en mayúscula, como por ejemplo en las etiquetas de las cajas. Es así como tanto las mayúsculas como los cambios en el tamaño de la letra resultan un recurso interesante a la hora de realizar una animación a la lectura, porque de esta forma los primeros lectores pueden tomar parte activa si se realiza una lectura participativa, y también ayudan a la persona que lee a enfatizar en determinados momentos de la narración.
Este álbum sí que incluye bastante letra, pero suelen ser palabras sueltas o frases muy sencillas que acompañan a las ilustraciones, dando en algunos momentos un toque de humor. También se hace uso de onomatopeyas y bocadillos, estilo cómic, que cambian de formato a lo largo de la historia. A modo de ejemplo, tenemos estas dos imágenes: al principio son expresiones “grises y apagadas” que se escuchan por los edificios de la ciudad, y al final de la historia cambian en color y tamaños, lo que facilita la visión de ese cambio sustancial tras la intervención de la protagonista.


Este cambio en los colores es muy interesante, y no sólo en los bocadillos sino en todas las ilustraciones. Por ejemplo, ese color de fondo que se veía en la cubierta es el que después contextualiza y hace visible la estela que va dejando Oliva por las calles de la ciudad cuando ya lleva encima los tarros (en concreto la esperanza). De esta forma las ilustraciones son muy dinámicas y se combinan con palabras que se mueven entre las ellas.
Cabe destacar que la protagonista siempre aparece en color, aún cuando la ciudad es toda oscura y gris. Y los tarros de “las cosas perdidas” adquieren un color diferente con cada cosa que guarda Oliva y que coincide con el vestuario de la persona en la que piensa. Además de Oliva, aparece otro personaje que interviene: la ancianita que custodia las cajas de las cosas perdidas de la ciudad. Ella también aparece en color, y en el espacio que ocupa se presentan todas las cajas con sus respectivas etiquetas de una manera muy original, utilizado recortes de cartón que simulan esas cajas. Por otro lado, aparecen cuatro personajes secundarios que no intervienen: el padre y la madre de Oliva, su hermana y su abuelo. Aparecen cuando Oliva decide recoger un tarro para cada uno (por ejemplo con memoria para su padre, o buen humor para su hermana), y una vez más hay una correspondencia de color.
El formato de este álbum ilustrado es cuadrado de tapa dura, de tamaño 268 x 272 mm. En la cubierta aparece el título y de fondo tiene ese color amarillo que presenta la estela de la protagonista cuando ya ha cogido en un tarro la esperanza. Por la tanto, hay una correlación directa e interesante entre el mensaje que transmite la cubierta y las ilustraciones del interior. Además aparece Oliva, sosteniendo el tarro del que sale ese título y mirando en esa dirección. En el margen inferior aparecen la editorial y el nombre de la autora original. En la contracubierta vuelve a aparecer la protagonista que mira hacia una pequeña sinopsis, también con el fondo a color característico de la historia, y se formula una pregunta que invita al lector/a evocando curiosidad por descubrirlo. Como punto débil del formato, podemos decir que no aparece el nombre de la traductora, ni siquiera en el lomo del álbum ni en la portada.
Por último, cabe destacar que en la primera página no aparece texto, sólo se presenta una ilustración en medio de la página en la que puede observarse a la protagonista dentro del hogar con gesto aburrido mientras dos adultos ven la televisión. Para reflexionar…
|Reseña compartida por Irene Sánchez Peñalver|
Deja una respuesta